miércoles, 16 de noviembre de 2011

Este pasado 11/nov/2011 cumplió ocho meses de vida mi nieta Yamilet.
Es por ello que le dedico estas lineas.

Dios, cuanto me quieres y bendices, has dado a tu hijo para que sea mi pastor y pagador de todos mis pecados.

Y todavía me premias con una nieta mas, ser hermoso, con la inocencia que solo los niños pueden tener, por ser la parte más noble y endeble de la vida, a los cuales proteges con ángeles.

En mi sentir no hay palabras con que describir el amor que tengo por mi nieta Yami, pedazo de mi carne y sangre, delicada criatura dadora de vida, porque me hace vivir, sanadora de mi alma porque a cada momento se que debo ser mas consiente de mis actos, con un espíritu iluminado por ti Señor.

Gracias porque no pueda olvidarla todos los días de mi vida, proveedora de sonrisas con las que rejuvenezco, gracias Dios, pero también a tu hijo Jesús, porque él es el encargado de que tus bendiciones permanezcan en cada uno de los de mi familia, gracias porque desde la hora en que fue concebida le diste salud y amor.

Gracias porque tiene a sus cuatro abuelos, tías, tíos, bisabuelas y demás familia, te pido mi Señor, que a esta nenita no le falte nunca nada, pero en especial, tu amor y bendiciones, el amor y cuidados de sus padres y de todos los que conformamos su familia, para que viva siempre protegida y aconsejada de lo mejor de cada uno de los que le rodeen.

Pero sobre todo Señor Jesús que conozca de Ti, como cuando pude elegir por mi mismo el camino, y ese camino eres tú.

Dale oportunidad de que te reconozca como su Señor, Salvador y dador de vida.

Dame Señor, un corazón abierto para saber cómo orientar a mi nieta, que sepa que siempre estaré ahí para cuando me necesite, que tenga la palabra, pero sobre todo el criterio para brindarle orientación.

Que nunca me falte su abrazo, sus caricias y sus besos, y cuando hable, me regocije con su voz y sus frases llenas de fantasía, pidiéndome que le cumpla sus exigencias y caprichos, pero te pido mi Señor que no me vea complaciente ante lo que no le convenga.

Y cuando me llene de su dulce paleta, o sus manos llenas de no sé que, no se me olvide que esto pronto pasara.

Que felicidad Señor de saber que no importa cuántos años la veré, pero que sean los suficientes, si tú quieres, para que yo viva encantado de tenerla y gozarla.

Gracias Señor mío, por haberme regalado estos dos ángeles, Andrea y Yami.

Por todo esto gracias, mil gracias, a mi Dios, y a tu hijo, mi Señor Jesús.